Pasaron ya más de diez años desde que aquel chico promesa del tenis argentino ocupara páginas de la revista "El Gráfico" con su pelo azul, violeta o el color que fuera. No hay demasiada información sobre Marcelo Charpentier en los medios, muy poco en internet, alguna que otra noticia aislada cuando volvió luego de estar tres años fuera de los courts. Su último enfrentamiento había sido el primero de Septiembre de 2003 en Genova donde se retiró en el segundo set, cuando ya mucha agua había corrido bajo el puente desde aquellos años que empezó a entrenar con Daniel Fidalgo en las canchas de river, las mismas en que palito entrenaba a Gaby Sabatini. A comienzos de los 90s se disparó como promesa nacional al ganar el Banana Bowl (el torneo más importante de la gira cosat que acaba de ganar Juan Vazquez Valenzuela) y en el 96 ganaba el challenger de Ginebra y era semifinalista de San Marino. Un año más tarde conseguía su mejor ranking 114, que visto desde la camada actual de jugadores no parece tan importante pero hay que acordarse que era el tres de la argentina sólo detras de Hernán Gumy(77) y Franco Squillari(111). 1997 podía ser su año, pero ocurrió aquella fatídica tarde de viernes.
Argentina se enfrentaba a Ecuador en la central del BALTC. Si bien los visitantes tenían a Nico Lapentti, los nacionales eran favoritos por historia y localía. La tarde se empezó a ensombrecer cuando nuestro número uno caía ante el ecuatoriano Luis Morejón, 6-1, 6-4, 5-7 y 7-5 fue derrotado Gumy en el primer turno(con 13 doble faltas) en 3hs 45 min de juego. Toda la responsabilidad recaía en el joven chapulín que en el segundo set se puso en ventaja 4-2 y 40-0, pero terminó perdiéndolo 6-4. Esto fue fatal y los nervios pudieron más que el esfuerzo, con calambres en su mano izquierda terminó cediendo el match 6-3 6-4 6-3. Ya nada sería lo mismo. Deambulo entre challengers y algún atp y unos meses más tarde anunció que estaba harto de luchar por cosas que no le interesaban. Habló con Julian Mansill de Clarín y se confesó:
MC: No estoy harto de jugar, estoy harto de luchar por cosas que no me interesan. No quiero viajar más, quiero alejarme del circuito. Hoy por hoy, la plata y la posición en el ranking son las cosas por las que lucha un tenista profesional. Y no me interesan. Yo siempre pensé esto, pero para poder ser parte de este ambiente, traté de ocultarlo. Pero ahora me resulta imposible.
Luego de tamaña reivindicación antisistema, el incisivo periodista de clarín lo inquiere:
P: ¿Tus malos resultados de las últimas semanas tienen que ver con la decisión?. MC: No, al revés. Los resultados son producto de lo que pasa por mi cabeza. Y un poco también por lo que ocurre con mi alimentación. Yo tengo una forma de vivir cada vez más profunda. Creo mucho en los mensajes que vienen de más allá, no sé de dónde, de Dios tal vez... Me han pasado muchas cosas últimamente. Y las respeto. En lo exterior, sufrí muchas lesiones ridículas. Una mala suerte inexplicable. Esas son cosas chiquitas, pero además me han pasado muchas cosas por adentro.
Mensajes del más allá mediantes, Marcelo decidia dejar el tenis y expresaba que quería juntar plata para poner un "gimnasio diferente, no como los tradicionales"(?) y escribir un libro sobre alimentación, basándose en su dieta de frutas y verduras. En el final de la nota nos deja este desgarrador aguafuerte sobre el solitario mundo tenístico:
P: No te importan el ranking ni la plata. ¿No podés seguir jugando sólo por placer?. MC: No, porque ya no tengo sueños. Y esto empezó hace mucho. Me acuerdo cuando era junior y gané el Orange Bowl 91. Sufrí una gran decepción. Después de la final, disfruté muchísimo, levanté la copa, hice reportajes. Pero cuando llegué al hotel y me quedé solo, cambió todo. Pensé que al ganar allí, cosa que deseaba tanto, me iba a convertir en un tipo diferente. No fue así. Y todas las razones por las que jugaba al tenis se comenzaron a desmoronar.
Parece que la plata no alcanzó por que no hay noticias de algún "gimnasio diferente" by Chapu Charpentier, ni tampoco libros de alimentación en las bateas del ateneo, yennis, calle Corrientes o alguna librería escondida donde buscar rarezas. El chapu siguió jugando, ganó el challenger de Punta del este en 1999, hizo una final de CH en Edimburgo y perdió en semis de Venecia contra Agustín Calleri. Las lesiones y tal vez las voces del más allá(?) nunca lo dejaron tranquilo y doce años después del "Banana bowl 1991" fue el tiempo de su retiro. En 2006 vuelve a las canchas y mantiene su marcha errante todavía hoy a sus casi 35 años en busca de un buen retiro para tan brillante, aunque llena de sinsabores, carrera tenística.
MC: No estoy harto de jugar, estoy harto de luchar por cosas que no me interesan. No quiero viajar más, quiero alejarme del circuito. Hoy por hoy, la plata y la posición en el ranking son las cosas por las que lucha un tenista profesional. Y no me interesan. Yo siempre pensé esto, pero para poder ser parte de este ambiente, traté de ocultarlo. Pero ahora me resulta imposible.
Luego de tamaña reivindicación antisistema, el incisivo periodista de clarín lo inquiere:
P: ¿Tus malos resultados de las últimas semanas tienen que ver con la decisión?. MC: No, al revés. Los resultados son producto de lo que pasa por mi cabeza. Y un poco también por lo que ocurre con mi alimentación. Yo tengo una forma de vivir cada vez más profunda. Creo mucho en los mensajes que vienen de más allá, no sé de dónde, de Dios tal vez... Me han pasado muchas cosas últimamente. Y las respeto. En lo exterior, sufrí muchas lesiones ridículas. Una mala suerte inexplicable. Esas son cosas chiquitas, pero además me han pasado muchas cosas por adentro.
Mensajes del más allá mediantes, Marcelo decidia dejar el tenis y expresaba que quería juntar plata para poner un "gimnasio diferente, no como los tradicionales"(?) y escribir un libro sobre alimentación, basándose en su dieta de frutas y verduras. En el final de la nota nos deja este desgarrador aguafuerte sobre el solitario mundo tenístico:
P: No te importan el ranking ni la plata. ¿No podés seguir jugando sólo por placer?. MC: No, porque ya no tengo sueños. Y esto empezó hace mucho. Me acuerdo cuando era junior y gané el Orange Bowl 91. Sufrí una gran decepción. Después de la final, disfruté muchísimo, levanté la copa, hice reportajes. Pero cuando llegué al hotel y me quedé solo, cambió todo. Pensé que al ganar allí, cosa que deseaba tanto, me iba a convertir en un tipo diferente. No fue así. Y todas las razones por las que jugaba al tenis se comenzaron a desmoronar.
Parece que la plata no alcanzó por que no hay noticias de algún "gimnasio diferente" by Chapu Charpentier, ni tampoco libros de alimentación en las bateas del ateneo, yennis, calle Corrientes o alguna librería escondida donde buscar rarezas. El chapu siguió jugando, ganó el challenger de Punta del este en 1999, hizo una final de CH en Edimburgo y perdió en semis de Venecia contra Agustín Calleri. Las lesiones y tal vez las voces del más allá(?) nunca lo dejaron tranquilo y doce años después del "Banana bowl 1991" fue el tiempo de su retiro. En 2006 vuelve a las canchas y mantiene su marcha errante todavía hoy a sus casi 35 años en busca de un buen retiro para tan brillante, aunque llena de sinsabores, carrera tenística.